En el último post del blog (la belleza de la pausa) hablaba de la importancia del silencio en nuestro día a día, del silencio interno.
Y es que como decía, actualmente tenemos muchos estímulos en un mismo día: carga de trabajo, prisas por llegar a todos lados, agotamiento físico y mental por llegar, por el que dirán los demás, los hábitos, la productividad, hacer planes... una infinidad de cosas que no somos conscientes y alteramos nuestro sistema nervioso y en cuanto estamos en casa quietos sin hacer nada no podemos. ¿Por qué pasa esto? porque nuestro sistema nervioso ya está alterado continuamente.
Hemos acostumbrado a nuestro cuerpo a vivir con una continua hipervigilancia como un estado "normal", sin ni siquiera elegirlo conscientemente lo que ha llevado a la alteración de nuestro ritmo natural.
Conozco muchísimas personas que siempre tienen que tener planes o cosas que hacer. No paran nunca. ¿Qué pasaría si durante un día entero no haces nada? Permitirse parar y estar en silencio es muy importante, pero nos cuesta demasiado. Necesitamos estar en silencio.
El silencio es el espacio que abres para poder escucharte. Si no hay esos espacios de silencio, no hay escucha interna y no tenemos conexión con nuestro interior.
Por eso, remarco mucho que en silencio y en pausa es cuando realmente nos podemos escuchar a nosotros mismos, incluso nos ayuda a conocernos mejor y regulamos nuestro sistema nervioso.
Las personas se piensan que por estar en silencio están más solos o tristes o que no tienen nada que hacer... sinceramente: El silencio no es ausencia de amenaza, es la presencia de la conexión con uno mismo. Estar en conexión es abrirte a ESTAR, abrir el corazón primero hacia adentro para sentirte a salvo en tu propio cuerpo.
Con amor,
Sandra.

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